Soy aprendiz de bruja porque busco los caminos para que despierte en mis células el poder primitivo que resiste, ese que hace que la vida brote contra todo pronóstico, ese que saca el gemido profundo de la tierra, que provoca el movimiento, que hace emerger el latido que todo lo une.

Soy aprendiz de bruja porque tengo grabada en mi vientre cada paso hacia la libertad que dio cada una de mis ancestras, desde llenar cada rincón de la casa con su voz, hasta romper con el mutismo, con las normas que matan, con los monstruos heredados que viven dentro.

Llevo cada sonido que emergió como el ave fénix, también cada temor, cada paso en retroceso y el inmenso esfuerzo por volver a caminar.

Soy aprendiz de bruja porque camino en espirales, a veces reproduciendo lo que odio y resisto, otras veces dando saltos cuánticos insospechados. Algunas veces me hundo en mis propios pensamientos, me quedo callada aunque mi voz quiera escupir fuego y otras veces mi grito alcanza a mover lo profundo de las entrañas.

Soy aprendiz de bruja porque a pesar de todo siempre encuentro una fisura que me empuja a atravesar, a respirar, a sudar, a saltar, a despeinarme las ideas, a craquelar las creencias que me detienen.

Soy aprendiz de bruja porque deseo que mi hija herede la miel del desafío vencido, la mente clara, el corazón lleno de gotas que refrescan los pasos. Porque deseo heredarle la fuerza que nos nombra, luz, libertad desde el aullido ancestral que  vive en nuestro lugar de origen.